martes, julio 01, 2008

Alfabeto de la Ciudad de los Dioses

Hace más o menos un mes, ojeaba una gramática de la lengua Sánscrita durante la hora de la siesta.

Leía la sucesión de compiladores de las normas que rigen esta antigua lengua, y mi mente somnolienta se relajaba imaginando a sabios de piel color ceniza y barbas como alambres requemados, esforzándose en recordar cada una de las leyes que se aplican a las palabras de la lengua sagrada.

Llega un momento en la mente del filólogo aficionado en la que empiezan a producirse ciertas asociaciones, conexiones, que se dan de forma inevitable debido a las comparaciones que se realizan habitualmente. Esas conexiones se producen tanto de modo consciente como inconsciente. Las conscientes forman parte de las herramientas de estudio de estructura y evolución de los idiomas, y se aprenden en gramáticas y análisis. Las inconscientes se deben a los mecanismos que la propia máquina lingüística del cerebro tiene en marcha de manera continua.

Así, leyendo la introducción al alfabeto devanāgarī, que es el que se usa actualmente para la escritura de la lengua Sánscrita, me quedé sospechando acerca de esa bella palabra y en sus posibles raíces. La lengua Sánscrita no es tan lejana lingüísticamente a nuestros idiomas europeos. No en vano, gracias a su estudio se comenzó a sospechar de un parentesco entre idiomas que aparentemente no tenían nada en común: algunas de las lenguas de la India y las de Europa. Los primeros en señalar los puntos comunes entre estas familias de idiomas fueron Thomas Stephens, misionero jesuita y Filippo Sasseti, mercader florentino, por allá el siglo XVI. La primera hipótesis académica, sin embargo, la hizo el lingüista Marcus Zuerius van Boxhorn en 1647 y el estudio formal de las lenguas Indoeuropeas no se establece como una disciplina académica hasta la aparición en 1833 de las primeras partes de la Comparative Grammar de Franz Bopp. Así pues, uno puede dejar volar la imaginación un poco más que con otras lenguas cuando se encuentra con términos Sánscritos, con cierta esperanza de no extraviarse, aunque siempre es peligroso aventurarse demasiado en las hipótesis filológicas.

El Sánscrito es una lengua clásica en la India, como puede serlo el Latín o el Griego para nosotros. Y como el Latín dentro de la Iglesia Cristiana, el Sánscrito es una lengua litúrgica, en este caso del Hinduismo y otras religiones de la India. Es a pesar de todo ello una lengua reconocida como oficial en la India (de entre los 23 idiomas que han alcanzado ese status en esa tierra, la India, que es a la vez un paraíso y un infierno para el lingüista).

Viajando hacia el pasado, encontramos dos etapas del Sánscrito: Clásico y Védico. El Sánscrito Clásico es el que se encuentra en la gramática de Panini, compuesta en el siglo IV a.C., y famosa por su estilo riguroso y conciso; prodigio de rigor y de concisión, de hecho: riguroso hasta el extremo de consignar reglas que sólo sirven para una palabra, concisa hasta el extremo de resumir muchas de esas reglas, a veces laberínticas, en una sóla breve frase.

El Sánscrito Védico es la etapa anterior al Sánscrito Clásico. Sus más antiguos restos podrían considerarse una etapa separad, que podríamos llamar Sánscrito Arcaico: es el Sánscrito del Rig Veda, que se retrae hasta el año 1500 a.C. El Rig Veda es el más antiguode los textos indoiranios, una reliquia de una época en que la religión védica aún no estaba diferenciada plenamente del zoroastrismo: vedismo y zoroastrismo eran quizá ramas separadas de un tronco común en el que pueden leerse los dibujos de lo que debió ser una de las creencias centrales de los pueblos indoiranios. El Rig Veda, compuesto entre el 1700 a.C. y el 1100 a.C., es el único ejemplo en todo el planeta de una literatura de la Edad de Bronce que se conserva.

El Sánscrito se ha escrito a lo largo de la historia empleando muy diversos alfabetos. Desde el siglo XII de nuestra era, más o menos, el alfabeto devanāgarī desplaza al anterior gupta, el sharada y el siddham. Como muchos otros alfabetos de la región, desciende del brahmi, el alfabeto de los Brahmanes, la casta de los sacerdotes, los sabios. El brahmi tuvo una descendencia abundantísima: además del sharada y el devanāgarī, hay unos 40 alfabetos de uso común y actual en la India que descienden de él. Aparece el brahmi, padre de todos estos alfabetos, en la India antes del año 500 a.C. Se cree que fue derivado del alfabeto arameo o fenicio; otra teoría lo deriva de la escritura del Indo, también llamada de Harappa, que fue usada en el valle del Indo hasta aproximadamente el 2000 a.C. Las inscripciones más antiguas que se conservan en el alfabeto brahmi son las del rey Asoka (c.270 - 232 a.C), de la dinastía Mauryan.

Devanāgarī fue precisamente la palabra con la que inicié esta entrada. Enseguida, tras leerla, hice dos conexiones: deva, gari. Deva estaba bastante clara en mi mente: emparentada con nuestra palabra "divino". La misma raíz que deva tienen el Latín deus y divus, el Lituano Dievas y el Germánico Tiwaz, y todas se originan de una forma Protoindoeuropea *deiwos: "celestial" o "brillante", puesto que los pueblos indoeuropeos identificaban ambos conceptos. El verbo del que se deriva es *diw, que es la acción de "brillar", especialmente la luz del día.

Gari es una de esas palabras de las que no parece fácil extraer el significado, pero no sé por qué razón pensé en gards, la palabra Gótica para "casa", "residencia" y también "corte" (en Inglés Antiguo existe geard y en Antiguo Alto Alemán, gart; en Antiguo Frisio garda, con el significado de "jardín", y en Antiguo Nórdico, garðr, "lugar cerrado", "jardín"). Lo cierto es que gards y todos sus primos cercanos (debería decir cognatos, que es la palabra técnica) descienden del Protogermánico *garda, que aglutina los significados de "lugar cerrado" que a su vez se relacionan con "casa", "hogar" y conceptos afines (entre los que está el "jardín" entendido como aledaño del hogar: compárese con el Inglés yard, que conserva ese significado). A su vez, *garda desciende del Protoindoeuropeo *gharto-, que deriva de *gher-, verbo que tiene el significado de "encerrar", "englobar", "agarrar", etcétera.

Sin ir más lejos, la raíz *gher- es la raíz de la que parte el Latín hortus (y de ahí nuestro huerto), el Antiguo Inglés gyrdan ("rodear"), Frigio gordum ("ciudad"), Antiguo Irlandés gort ("campo"), Bretón garz ("área cerrada", "jardín"), Griego khortos ("pasto"), y, precisamente, Sánscrito ghra ("casa").

Ahora bien, el nāgarī de Devanāgarī es la forma femenina de nāgara, "urbano", un adjetivo derivado de nagara ("ciudad"). Que nāgarī sea femenino no es casual: se debe a que originalmente acompañaba al sustantivo femenino lipi, que significa "alfabeto": nāgarī lipi era "el alfabeto de la ciudad". Así se llamaba este alfabeto, hasta que el uso hizo que se perdiera la palbra lipi y se hiciera referencia al mismo simplemente llamándolo nāgarī . El "alfabeto de la ciudad" resaltaba el hecho de que era el alfabeto de "los cultos", "los refinados" o "educados". Pero surgieron pronto distintas formas de este alfabeto de "los cultos". A esta forma en concreto se le distinguió agregándole "Deva", para así formar el compuesto Devanāgarī: "el (alfabeto) urbano de los Dioses" o "el (alfabeto) urbano divino". Sin embargo, este término se traduce a veces como "(alfabeto) de la ciudad de los Dioses". No hay tal posibilidad. Sí puede entenderse como "(alfabeto) urbano perfeccionado".

Durante la época colonial, prácticamente toda la publicación de textos sagrados se hizo usando el alfabeto devanāgarī. Esto ha llevado a la identificación en la práctica entre el idioma y el alfabeto, y aunque no hay ninguna ley, norma o precepto que recomiende este alfabeto en particular, se ha propagado sin igual, de manera que hoy día es el alfabeto más común para escribir la lengua Sánscrita.